domingo, 19 de abril de 2009

Amor de conejos. (demasiado naïf para el mundo)


Pintemos las paredes rosa de nuestra catedral en un paraíso de esos sólo realizables en la imaginación. Habitación desalojada, seamos nuestra religión.
Seamos los ocupas del cielo.
Sentémosnos en las nubes acariciando la ternura que también se mastica si abres los poros de la piel, son como granos de azúcar en el té.
Todo es más dulce si nos cogemos de las manos.
Háblame de todo, que no me canse de tu voz ni soñando (despierta) que si lo hiciera contigo delante des palmas en el aire y me despiertes de mi gilipollez transitoria (¿transitoria?) la que me entra cuando me pongo contenta y aún no ha empezado la tormenta en mi cerebro.
Méceme. Cántame una nana (tu vida es más que suficiente)
Acariciame el pelo hasta que mis pestañas se abracen.
Escucha como late ese órgano que bombea sangre sin parar (casi puedo leer tu sonrisa en el papel) ¿Lo notas? cada segundo que pasa tu mano encima se llena de vida. Quizás después de esto deje de ser un zombie, sólo si me besas, claro, tampoco se trata de un milagro.
Es mi realidad, de rebote la tuya, y ahora flipas y me miras con cara de "no entiendo nada, ¿quién me ha narcotizado?" Entonces dudas de echarme la culpa pero tus intenciones duran una milésima de segundos porque en ese precioso instante te miras y descubres que tu mano se ha petrificado junto a la mía,que tus ojos se han clavado en los míos,que tus labios son imanes y mi boca la Tierra y...¡urgencia!

Tras destapar este velo de tu consciencia te despiertas, secándote el sudor de la frente, la respiración desenfrenada.
El mundo rosa se ha desvanecido a la vez que tu imaginación se ha hecho grande. Lo único que te hace sospechar que haya algo de cierto es el espumoso algodón de azúcar de la mesilla de noche, sin probar ni tocar si quiera, junto a un sobre que contiene una tarjeta:

"Nos queda aún por pintar el techo"

lunes, 13 de abril de 2009

Canto de una sirena de ciudad.


Vámonos a un bar, vamonos a un parque, vámonos a cualquier parte; vámonos a reirnos del mundo, de nosotros mismos, del tío que da el tiempo en el telediario, que nos había dicho que estaría nublado y que se acercaba una borrasca y aquí estamos, comíendonos el sol a dos manos, bebiéndonos a sorbos cada vez al mirarnos ¿y qué mas dará todo? las formalidades son un coñazo. Llévame a un rincón infinito, de esos de los que bromeamos a veces y sonríes y entonces parece que el mundo se ha filtrado en tus labios y está reflejando lo más bonito y creo morirme, pero no, tú me recuerdas que estoy viva y que por nada del mundo querría dejar de existir.

Sólo espero que si todo se detiene en un pestañeo suave me prometas que nos encontraremos en nuestra próxima vida, que me pido reencarnarme en sirena y que me encuentres un día, pegada a tu barco de vela y el Atlántico sur nos guiñe con olas de espuma brillante y alargues tu mano fuera de la proa y me agarres...


Y no me sueltes nunca.

viernes, 10 de abril de 2009

Azul + blanco = pequeño mundo


Ahora soy impermeable para la lluvia camuflada, pero no insensible, al contrario: me voy encontrando y cada día más y ¿sabes? mis manos cada día son menos frías y más seguras gracias a pequeños astros que encontré espolvoreados como purpurina en un collage de niños de primaria. Es dulce, limpio, puro el pequeño ecosistema que han crado para mí (y que sin darme cuenta he sido la que más ha colaborado) Da igual que me caiga infinitas veces; el suelo está acolchado pero esta vez no, no son palabras (ni llenas ni vacías) esta vez es algodón de azúcar de color celeste.


viernes, 3 de abril de 2009

Pez muerto.

Empieza una mañana nueva de pesadillas ocultas entre las nubes, que se me pierden y no las encuentro. ¡No! yo no quiero recordarlas, son vencejos chillones en el alféizar de la ventana, ésa que hace esquina, que le da la bienvenida al sol antes que nadie.
El espejo me repudia como de costumbre. Las puertas de par en par y las persianas crujen constantemente. No tiene por qué haber niebla le susurro mientras me miro, mientras miro a esa yo del subconsciente cutáneo color fosforito. El atrapasueños se ríe, es su tapadera.
Camino lentamente, me deslizo casi por el suelo y me dan calambres en las piernas. Voy pensando en ciudades de nombres entrelazados en fonemas. Un pájaro muerto en la escalera ¡ya no están ocultas mis pesadillas! Es el cadáver de un sueño roto y jóven que me recuerda mucho, me recuerda de todo incluso lo nuevo, me recuerda a esta mañana.

Mundos capicúa. Le miro las orejas a la chica del pelo laro y me sonrío, ella sabe escalar montañas en la nieve sin la necesidad de estar huyendo. Ahora voy corriendo y me sorprendo a mí misma, mis alveolos se retuercen en danzas frenéticas y la angustia me tapona la garganta. Yo no nací para la tierra y tampoco sé si para el aire (me voy encontrando) así que descarto posibilidades pero me sigue dando miedo perderme (confusión) Así que dibujo signos de interrogación cerrados en las paredes de una de las mansiones (también me dan miedo) que me mira incrédula por lo irracional del asunto y el olor a candela penetra en nuetras fibras.
Encontré un abismo nuevo ¡me abro! son delfines celestes ajenos al futuro, mi futuro, porque yo quiero ser, quiero ser, quiero ser, quiero ser, quiero ser... ¡Pero no sé si puedo!
Dame libertad. Puertas de par en par de nuevo acompañadas de voces enfrentadas (venganza) y el caos nos atormenta, pero el mío particular el dulce y blanco puro, no tiene manchas porque es el caos más limpio de la historia, sin embargo no lo sabe nadie y quiero gritarlo y superar todas esas voces que anulan a esta sin sentido, que me vuelvo loca y ...quiero ser.
El agua es vida; el aire, sólo oxígeno para mis pulmones podridos.
De momento no quiero saber mucho más del fuego, que me quemo joder, me quemo y no aguanto, pero esas manos... Paradoja viviente ¿qué soy? ¿tú lo sabías verdad? por eso huiste, porque te dio miedo. Dime qué soy, no será tan difícil.

Un día de estos vomitaré mis propias entrañas como nunca se haya visto, algunos se darán cuenta y entonces comprenderán que verdaderamente había razones para tener miedo.
Yo en el fondo lo sé todo al respecto, acuérdate que las palabras vacías eran un colchón de plumas para amortiguar la caída desde aquellos rascacielos que germinaban en mi cerebro cada vez que lloraba.
No quise ver. Quise ser. Quise volar.
Pero volé a ciegas sin venir a cuento.