miércoles, 24 de febrero de 2010

Si todo fuera tan fácil como comprar naranjas.

No sé si es este maldito mes y todo lo que implica o que me duele la garganta, pero el caso es que hoy no me cuentro especialmente bien. Tres horas tirada en la cama, a base de paracetamol, lizipaína, amosicilina y zumo. Y eso no es todo. Íntimamente ligado a todo esto va mi estado de ánimo, por supuesto, que no se destiñe así como así, que me tiene que venir algo de fuera para que se me caiga al suelo, que yo no me pongo tan mustia por un resfriado. Como no podía ser de otra manera me tiene así el febrero (yo le pongo artículo porque considero que suena más despectivo) El febrero me ha vuelto a joder pero de manera diferente, en lo único que coincide con los demás es que me ha arrebatado unas cuantas ilusiones de cuajo para hacerme ver (intuyo yo) de golpe, todo lo ignorante que soy, todo lo equivocada que ando por la vida y que ahora que cumplo un año más me tengo que dar cuenta a la fuerza, pues en todos los meses anteriores, o bien no se me ha iluminado la bombilla o simplemente la he ignorado.
Ahora llevo un luto de reminiscencia porque tan sólo soy capaz de recordar de febrero en febrero, que nada es para siempre, que las ilusiones son tablas flotando después de los naufragios y que o bien te rescatan desde las alturas o te hundes, pero que no te puedes pasar la vida adherida a una puñetera tabla. Y por eso creo que es mi mes de muerte y resurrección, y cuando saltamos a marzo yo ya soy otra.
Supongo que este año no será menos, han pasado cosas en estos días, se me ha agotado el brillito de niña pequeña que me quedaba en los ojos (espero que no para siempre) igual que se me agota el zumo de la mesilla de noche. Pero está claro que no todo es tan fácil en esta vida como salir a comprar naranjas.

sábado, 20 de febrero de 2010

De mármol blanco y celeste polar.

Se nos ha pasado en un suspiro otro 20 más. Casi no puedo creer que sean tantos, sobre todo después de que me dejaras haciendo equilibrio sobre una pierna en mitad de la cuerda floja. Luego dijiste que serías como la colchoneta que hay debajo y te creí. Vete lejos... pero no sueltes mi mano.
Se me ha incrustado un nueve en el dedo a modo de alianza (curioso, ¿verdad?) como los recuerdos que se me han ido grabando y cincelando en algún rinconcito de la memoria y que, auguro yo, no podrán borrarse nunca. Azulejos fríos, cuerpos calientes, saliva, apártate el pelo del cuello, déjame que te abrace, dame calor; cama celeste polar, retinas clavadas en las retinas, espejo del alma (del baño); tú, yo; éxtasis en pequeñas dosis repartidas, pupilas dilatadas, desorbitadas; homofonía orgásmica. , yo.

viernes, 5 de febrero de 2010

Perdóname cariño, es febrero.

Me da miedo que te canses. Mi inestabilidad emocional es directamente proporcional a las ganas que tengo de ser un poco más libre (si cabe, si es posible serlo de verdad) por eso acabo perturbada cuando algo se interpone entre mi capacidad cognitiva y tú,, .
Dices que eso es imposible pero yo vivo en guerra constante contra algunas regiones de mi cerebro y a veces siento como si se me hubierra borrado, extrirpadas súbitamente, absorvidas por la nada, una nada que sí pesa y tiene color. Otras veces pienso que si no se me hubieran borrado ahora sabría distinguir esa nada de todo lo demás y la ira no sería tan arrogante de mirarme coqueta, sin embargo cada día soy más esa diva de los cincuenta de pestañas altas de la que dije que tendría que parecerme para sentirme sobre la situación y no debajo; no llevo tacones porque eres de nuevo tú el culpable de mi delito y no creo que nunca me vayan me a hacer falta.