jueves, 22 de enero de 2009

Ya es sólo humo.

Tiemblo, tiemblo, ¡estoy tiritando! y se me arranca la piel a pedacitos cuando te separas de ella. De rojo y oscuro desnudamos el ambiente y sale fuego de nuestros cuerpos (que dice que ya es sólo humo) Al vestirse se vuelve ceniza de inverno chamuscado a la vez que suena esa canción que, desde el primer momento que la escuché pensé "suena a despedida" y no me equivoqué. Ahora significa mucho, casi todo.
Lloran las paredes gotas de lluvia de la calle y las antítesis bailan en mi cabeza alrededor de una hoguera hecha con leños y un poco de rabia que me sobró de la última vez que me gritó a la cara la persona más egoísta del mundo. ¡Abrázame! me ordenas con la voz/te ordeno con mi alma, entre nosotros no cabe el vacío. Y ahora, no me sueltes, por lo que más quieras no me sueltes, que hoy me siento extremadamente frágil y casi noto que puedo romperme. ¿Y mis raíces? ¿dónden están? Durmiendo, claro, pero se van a mojar, porque nunca llueve a gusto de todos y hoy mi almohada está húmeda, que se adelantaron a mis lágrimas sin sentido.
La chica de los ojos azules dice que escribiré una novela cuando salga de esta ciudad. A lo mejor cuando me vaya se despiertan las raíces. A lo mejor si te espero en un banco que no sea el de siempre se despiertan. A lo mejor si en vez de subirte a la copa de un árbol te subes a lo más alto de la Torre Eiffel y haces el payaso (pero sólo en mi mente porque dices que no tienes derecho a ocupar(me)lo todo). A lo mejor si me invento una letra nueva y mis aliteraciones dejan de ser en "s".
A lo mejor si echo a correr cuando necesite respirar me doy cuenta de lo corta que es la vida y que tengo que asumir que, por esa misma razón, siempre me faltará tiempo. Hoy es de estos días que tengo mucho que contar y me desbordo entera porque no me caben en la boca ni en las manos las palabras.

sábado, 17 de enero de 2009

No se piensa, se hace.


Del mundo y sus frenéticas melodías me embriago.

En la calle tomo retazos de conversaciones ajenas para hacerme una manta y cubrirme con ella en noches de luna menguante. El brillo de los ojos es escaso en este callejón angosto, tan estrecho que ni cabe el humo que sale de mi boca cuando digo "tengo miedo". Porque aquí no vive la espontaneidad, deja algunos rastros casi imperceptibles, pero sus huellas son diminutas y me cuesta darme cuenta de que existen. Supongo que tiene arreglo, que la clave está en ver la vida con otros ojos. Pero como siempre digo, de los ojos yo me creo la mitad, no me fío de cualquiera y aquí la mayoría no lucen, ¡es un mundo insatisfecho para cobardes! Y lo que más me duele de todo es que me encierro en él por miedo a caerme porque aquí ya tengo mi nido hecho con raíces dormidas; por miedo a dejar de ser un leve resplandor de esperanza en este mundo mediocre y pasar a ser una mediocre en un mundo brillante.

Bah, después de esto me doy asco, no sé cómo no me caigo del orgullo que tengo encima, que debería vencerme su peso. Entonces sí que me caería y me haría daño.