martes, 31 de marzo de 2009

Día 31.



Cierro paréntesis.











-Definitvamente puedo decir adiós- dijo poniéndose la chaqueta a la vez que giraba el pomo de la puerta.

sábado, 21 de marzo de 2009

Día 21.

Me volví modernista a destiempo, soy verbo irregular, el arte por el arte me cegaba. Pero no me arrepiento porque al final abrí los ojos, con las pestañas altivas desafiando al sol y a todo lo que se ponga por delante, que ya es hora de hacer frente a los mordiscos que se da mi estómago a sí mismo una noche sí y la otra, también porque se desboca pensando que vive en una constante tormenta (de ideas, de sentimientos, de locuras, de vicios...) y no soporta tanta presión. A veces aún me ahogo de pensamiento, se me queda el alma apretujada en un suspiro y dormita las horas muertas frente al despertador que me regalaste (es lo que tiene ser asmática crónica instrínseca interminente) pero luego llegan los momentos de excitación y coqueteo con la Efímera Euforia, que me dice que antes o después acabaré en su cama. Y no le replico, al contrario, le dedico uno de mis mejores guiños y le digo "hasta mañana". Que la veré al día siguiente y al otro y al otro, y mientras el reloj se quedará sin pilas si es que no lo moja antes la lluvia de abril, la que me devuelve las horas perdidas. Y me cederá la vida y no le daré las gracias (o sí) y me embarcaré en un nuevo destino, que todavía tengo que pintarme un futuro nuevo en mi libreta de papel perfumado de jazmín. (porque me he dado cuenta de que las flores existen, intermitentemente, pero existen)

viernes, 13 de marzo de 2009

Día 13.


Me bombardearon los recuerdos nada más salir de la sala de operaciones.Se me hizo un nudo en la garganta y casi me ahogo.

Por suerte o por desgracia sobreviví.

Sentí mis entrañas revolverse entre arañazos y cicatrices y ¡joder! cómo dolía, que pensé que vomitaría el cadáver de ese órgano que bombea sangre sin parar porque ya no habría sitio para él en mi cuerpo. Acto seguido se me subió el desdén por el esófago hasta acomodarse en el paladar, dándome un sabor amargo que me recordó a las noches en vela de aquella primavera de la que tanto me costó salir con vida (que lo hice a duras penas y quizá porque encontré a mi pseudo-modelo a seguir que llevaba el mismo nombre que mi pena carcelaria)

Por suerte o por desgracia sobreviví.

Morir. Resucitar. Morir. Resucitar. Morir. Resucitar. Morir. Morir. Morir... Resucitar.


Cuando te has visto tan cerca del final y no ves a dónde agarrarte, lo haces, sin duda haces lo que sea por volver a resucitar.

(aunque sepas que no será para siempre)

(aunque sepas que la próxima muerte será más lenta y dolorosa)

(aunque sepas que jugarás con ojos de los que sí te fías, de los que te aprovechas cuando están cerrados o fingen estarlo)

(aunque le vendas tu alma al peor postor)

(aunque te cueste reconocerlo)

(aunque no aprendas nunca, siempre acabarás arrepintiéndote) Porque los parches se deterioran, se despegan de la piel, caen al suelo y al único que le duele la herida es a ti y no al parche.

martes, 10 de marzo de 2009

Día 10.

Mi maestro decía que no utilizara la palabra corazón ni en poemas ni en textos porque era demsiado predecible, demasiado típico y que me creía capaz de algo más original. Por eso empezaré contando que ese órgano que bombea sangre una y otra vez sin parar (¿de verdad? ¿sin parar?) hizo crack! el jueves negro de 2009 (de un mes que se volvió maldito hace dos años) Y bueno, se podría decir que sigue bombeándola porque no he muerto, que paradójicamente me siento más viva que nunca, pero que ya no lo hace por ninguna meta especial, es la inercia la que lo manjea a su antojo hasta que encuentre un aliciente para seguir moviéndose al compás de mis parpadeos.
Ya he dejado a trás mi adicción a los puntos suspensivos, ahora me coloco con paréntesis, los inhalo, los fumo, los esnifo, al ritmo de esta melodía surrealista susurrada en aliteraciones (ese, ese, ese...) que me acompaña día y noche y que ya forma más parte de mí que mi apéndice. Lo hacía un día y otro y otro, me acercaba a perder el conocimiento pero nunca llegaba, nunca llegaba al coma siempre sobrevivía a mis propias majaderías, a mis ideas retorcidas que me llenan el cerebro de clavos oxidados, ¡de mierda! y que al lado me encuentro a mi imaginación dibujando paisajes de sueños rotos y me paro a pensar que quizá yo no hubiera hecho lo correcto, o mejor dicho, lo normal en esas circunstancias.Y entonces me di cuenta de que no había actuado como una persona enamorada, sino como lo que realmente era.

No es que no lo quisiera, es que había algo por encima de todo aquello que lo/nos superaba y no sé lo que es.

domingo, 1 de marzo de 2009

Día 1.

Ahora todo quema, me temo, todo duele un poquito. Un anuncio, la radio, un cartel, parte de una conversación de dos extraños que han compartido un tramo de tu camino y que se alejan cruzando por el paso de cebras, cualquier acorde que pueda considerarse bonito, el viento... Todo produce un efecto inesperado, nada puede pasar desapercibido cuando caminas con la esperanza acorralada en un rinconcito de lo que debió ser un corazón y que ahora mismo denomino como indefinido. En la mente resulta inevitable organizar el horario del mes en que he caído de boca y con los ojos vendados, que llevo tiras blancas de tela colgando a los dos lados de la cabeza que me hacen parecer una completa idiota y que temo que los demás se burlen de ellas. Ahora miro a trás, leo todas mis palabras, vacías y llenas. Allí también encuentro rastro de mil y una ilusiones que saben que han perdido su sitio en mi vida y se sienten echadas a la calle, teniendo un contrato de alquiler firmado, que las debería haber avisado con un mes de antelación. No, no es que sea una hija de puta, es que me ví con el agua al cuello (pero quemándome que me achicharraba viva, que se me quedaron llagas en los dedos) y las puse de patitas en la luna. La calle me parecía demasiado vulgar para ellas, se merecen algo mejor y más alto, que sigan subiendo y subiendo hasta alcanzar su sitio, que yo me quedo aquí abajo limpiando la sangre de los labios, que como ya he dicho, me he caío de boca y me lo he partío.