sábado, 27 de septiembre de 2008

Hojas secas y remolinos de ilusiones.

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Por mucho que cambien mi mundo sigo siendo la misma, libre.
Más fuerte y con llagas rodeando esa cavidad de sentimientos y sangre, pero la misma.
Todo gira y gira cada vez más deprisa, las paredes en espiral y las estrellas en un vértice de color. Dime un número del uno al diez, yo te diré amor. Hay llamas, me quemo las manos si intento tocarlo ¡su cuerpo es cera! El tiempo se detuvo cuando violaste tu imaginación, sin embargo los días siguen siendo naranjas para mí y me he acostumbrado al silencio. Ya no necesito que me recuerdes nada ¡soy libre! aunque tenga tatuada en la espalda la palabra diferente. Tú ahogaste tus propios gritos en mi saliva y creo que jamás te dignarás a agradecerme que no te escupiera en la cara. Pero si algún vendes tus palabras para comprar otras de mayor valor, es posible que te vuelva a hacer un hueco (sí, en ese sitio) El de la memoria sí lo tienes, ése siempre.
Ahora silencio. Alguno me dijeron que era una maldición relativa, como la soledad. Y si soy de otra galaxia ¿sabré distinguir? No me importa, mi alma tiene mono de tu/vuestra profundidad, la que me devuelve los suspiros en mitad de la noche.
Paréntesis en mi vida. Piano, violín y acordeón.

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