domingo, 6 de febrero de 2011

Enero (o una condena pagada con intereses)

Enero se ha pasado en un suspiro exhalado a medias entre el Himalaya y tu nuca. Frío y más frío; lo que os diferencia es que el único accidente geográfico que he recorrido entero (y que no me canso de hacerlo) es tu cuerpo. ¿Te acuerdas cuando te decía que yo no tenía las raíces ancladas en ninguna parte? ¿que mi cuerpo no pertenecía a ninguna tierra? Pues bien, estaba equivocada: he germinado dentro de ti y creo que no nos hemos dado ni cuenta. Porque ni las más bajas temperaturas matarían el nacimiento/renacimiento de una nueva ilusión, la ilusión de tenerte tan cerca que el vértigo fuera de los dos.

Enero ha escupido su nieve entre tus ojos y los míos, y los ha dejado impregnados de estalacticas metálicas que se oxidaban poco a poco. La luz se filtraba entre los escasos huecos que había dejado y nuestras pupilas se encontraban en las noches de sol. Pero lo cierto, es que nunca nos congelamos porque teníamos aliento de repuesto por si algún día se nos eclipsaba la esperanza. ¿Te acuerdas cuando te decía que después de superar aquella guerra ganaríamos cualquier batalla? Parece un juego de niños cuando ya has desafiado a la muerte.

Enero gélido se ha largado y por fin nos deja solos. Aterrizaremos juntos en algún rincón perdido en horas y minutos. Ya no me duele escalar en el frío; mis pies se han vuelto inmunes a mi autodeterminación y si, por algún motivo, no los llevo a ninguna parte, no importa, no pasa nada. Siempre podrán llevarme a dónde me puedas rescatar de mi automutilación.

2 comentarios:

Manuel Anarte dijo...

LA nieve de enero esta ya derritiéndose, el horizonte esta cada día mas cerca

Te amo (L)

desde badajoz, provincia de Aroche

Rochies dijo...

QUE BUENO QUE SE HAYA PERMITIDO GERMINAR EN OTRO SER.