viernes, 3 de julio de 2009

Llama medio apagada (luz desarraigada)

[Cierro los ojos y una voz comienza a tejer en la memoria pedazos de mí esparcidos en el subsconciente. Mis recuerdos cosidos, hilvanados, remendados. Una vida a parches te puedo contar si te atreves a aguantar la respiración conmigo. ]

"-Solyluna, que eres una solyluna."
Así me llamaba mi padre cuando todavía me demostraba algo de cariño, justo al volver del trabajo. Yo tendría cuatro o cinco años y lo esperaba en la puerta a la hora de comer con las manos pegajosas de ilusión infantil: una Barbie en una; un peinecillo rosa en la otra. Nada más entrar me decía aquello y se sentaba en el sofá a esperar a desintegrarse poco a poco, a deshumanizarse, a hacerse cachitos de materia inservible (nuestra asquerosa materia).
Yo esperaba a lo largo de la jornada más palabras como esas. Revoloteaba por el salón fingiendo que hacía algo interesante para captar su atención pero sólo recibía quejas de que no le dejaba ver la tele en paz. Así fue como me cansé de querer ser hija suya, y él, mi padre, y automáticamente pasó a ser mi progenitor y yo su única descendencia.
Trece años más tarde me fui de casa para no volver.Mi progenitor se había convertido en un monigote acolchado sin expresión en el rostro. Ya no sabía si era o no persona.Y mi madre, superviviente de catástrofes antinaturales e indiferencia crónica, decidió salvarse del todo, salir de su isla particular. Me animó a que me fuera, sin ánimos de echarme, para hacer con mi vida algo mejor de lo que había hecho ella, mientras se embarcaba en un bote salvavidas.
Crucé el umbral de la puerta, y como hago siempre que me duele una despedida, no eché la vista atrás. Sin embargo agarré con fuerza, como ahora tu mano, el amuleto que le regalé a mi padre cuando tenía más o menos tu edad. No era más que un mazacote irregular de arcilla y témperas, colores templados de llama medio apagada, suave al tacto. Formaba un sol y una luna. Juntos. Pegados.
Yo soy una dualidad y tú eres otra.
El niño mira su camiseta y comprueba el dibujo en relieve del pecho. Un sol y una luna unidos, con un halo de misterio frunciéndoles la sonrisa. Fue entonces cuando sus ojos se volvieron aún más vivos y se perdieron en los de Carolina durante un interminable minuto.-Solyluna.- Carolina parece que le reprocha al aire que le respira- es lo más sensato que me pudo decir.Casi sin darse cuenta soltó la mano del pequeño y, antes de que éste pudiera reaccionar, le dijo adiós.

Como hace siempre que le duele una despedida no echó la vista atrás. Agarró con fuerza el amuleto y salió corriendo.

4 comentarios:

Manuel Anarte dijo...

No hay que correr, no todas las despedidas son amargas, ni son siempre adioses.

Piensa que aunque el espacio que ahora nos separara sea largo, no es infinito, como nuestro amor, como nosotros.PIensa que aunque separados estaremos juntos y nos seguiremos viendo, porque soy tan tuyo como tu mia. Te quiero(l)


Desde huelva

marta dijo...

Y así el niño recibió un poquito de su magia. Me encanta Carolina.
Un beso MUYGRANDE :)

Dara dijo...

Cat
quiere
saber
por
qué
salió
corriendo.



miaudeoreo

Neer Nothingmore dijo...

'Anda, y si corres, y no te tomes la vida muy enserio, por que peudes caer y hacerte daño'
esas palabras me las dijo una vieja amiga ;)


Ay Carolina, siento haber tardado tb en constetar pero en estos tiempos lo que nos falta es tiempo apra tantas cosas! asiq ue perdona mi tardanza ^^

Un bso