martes, 20 de octubre de 2009

Domingos largos, siempre.


Me ahogo porque no siento tu respiración en mi cuello. Sabes que me hace cosquillas en la yugular y mientras, me arde todo el cuerpo y el tuyo está hecho de alguna sustancia inflamable-analgésica que hace que mis gemidos se agarren fuerte a tus tímpanos y se me escape fuego por los poros.
Escozor en las gargantas y el sin vivir en el aire, el vaivén de tus ojos perdidos en los míos, sin saber qué decirse y diciéndoselo todo.
Me muero. Me estoy muriendo.
Me quemo. Me estás quemando.
Creo que vamos a salir ardiendo.


Y hoy, el cielo escupe envidia para apagarnos y sabes que no es posible y yo te sonrío en cada charco:
"- Espero que no te llueva mucho para las clases.
- Pues mira por la ventana.
- Ya he mirado, y ¿sabes qué?me encantaría que estuvieramos los dos en un ático, solos, encerrados, apretujados entre nuestros cuerpos y unas mantas de rayas de colores."

4 comentarios:

Manuel Anarte dijo...

Cada vez que escribes asi me entran ganas de pasar todo el tiempo dle mundo contigo observando nebulosas, te quiero(L)

Desde huelva

Laura M. dijo...

Larga vida a la pasión que quema, a aquella bien escrita y que desea ser colmada en un buen ático. Adoro los áticos.

Un saludo.

Dara dijo...

Los domingos largos son mis favoritos.


miau
de
mermelada

Anónimo dijo...

Dios, me encanta como escribes.
J'adore ,jejejej
Te siguo.