sábado, 30 de octubre de 2010

Mentiras.


Octubre es un seudónimo de frío, de cambio; es desgarrar y desarraigar; es caer en picado y que te sangre la nariz en un charco de lluvia, es mojar tus botas nuevas y llevarse pegada una hoja seca en la suela; es dar una bofetada y que te la devuelvan más fuerte; es ruido ensordecedor y silencio, eterno y sobrecogedor que te rescata de una mala pesadilla. Octubre, es el epicentro de una mala racha, es sacudir la cabeza al pasado y que te pongan la zanahoria delante del futuro; es romper y separarte y huir, pero también arrepentirte de noche cuando te miras al espejo y ves que no te ves. Octubre es tenerte en vilo cada segundo que no tienes lo que quieres tener, que no oyes lo que quieres oír, que no sientes lo que deberías sentir si nada de esto ocurre. Porque octubre, es un choque frotal contra el parabrisas; es un bucle en el espacio ¿y en el tiempo? mi sonrisa. Porque ya no tenemos nombre como conocidos; porque los desconocidos sienten curiosidad y yo estoy insatisfecha a pesar de que llevo tres octubres tatuados sin ningún sobresalto que contar. Solo que no sé lo que quiero, pero eso no es culpa de octubre.

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