domingo, 24 de mayo de 2009

Cuando del papel salió Carolina.


Carolina, que se había escapado de un poema de Darío, era arte puro.Ella era actriz camuflada, con guiones de infinitas alegorías, vestida con disfraces de otro mundo a kilómetros de aquí. De solo mirarla daban ganas de saltar al vacío para morir y resucitar en sus aliteraciones que se precipitaban por su boca cuando, en su cama, disfrutaba de las vistas de un París nevado en primavera. Carolina también escribía poesía. Con sus ojos dibujaba pareados en los de él y la luz que se veía reflejada en ellos chisporroteaba entre sus pestañas altivas como ascuas de fuego. Después, con las cenizas que quedaban, dibujaba a carboncillo sonetos y estrofas de medida irregular al compás de sus latidos. Siempre esperaba a verlo para escribir, así el ritmo se volvía frenético en cuestión de segundos y las rimas se mezclaban unas con otras y las comas y los paréntesis y los signos de exclamación. Todos hacían una orgía en su hoja de papel pero ella no quería compartirla, no. Siempre decía que se desnudaría primero delante de él y después, del mundo.

8 comentarios:

une femme vole dijo...

*_______________________*
Pordió
Más bonico.
:)

Manuel Anarte dijo...

Tu seras la Carolina de mis versos

:)

Desde huelva

Dara dijo...

El ritmo frenético siempre suele ser el que mejor suena.



un miau en un tetrabrick de zumo :)

La niña que escribió un sueño dijo...

¡Qué bonito! :)

Muá!

Anónimo dijo...

Las cosas desordenadas y frenéticas siempre saben mejor.

Un muás de una estrella caída :)

Fractured hand. dijo...

Era arte; era vida.

une femme vole dijo...

Y donde está la salida?

une femme vole dijo...

Hoy han cambiado mi vida.
Para bien.
Cosas extrañas y un poco de viento.


:)